Argentina y Estados Unidos anunciaron un acuerdo bilateral que redefine el acceso a mercados agropecuarios, automotrices y de insumos industriales. Aunque aún falta conocer la letra final, ya se confirmaron puntos sensibles para el campo, especialmente en materia de aranceles, cuotas y condiciones de acceso.
Según la Casa Blanca, Argentina otorgará preferencias para productos estadounidenses —desde medicamentos y químicos hasta maquinaria, vehículos y productos agrícolas— y eliminará aranceles sobre ciertos recursos naturales y artículos farmacéuticos.
Ambos países se comprometieron a mejorar el acceso recíproco para la carne vacuna, mientras que Argentina permitirá el ingreso de ganado bovino vivo y aves de corral estadounidenses, además de simplificar los procesos de registro para carnes y lácteos norteamericanos.
El acuerdo también avanza sobre propiedad intelectual, un tema que podría impulsar cambios hacia una nueva ley de semillas y un uso más estricto de variedades registradas.
Para el ministro Federico Sturzenegger, reforzar la propiedad intelectual “es un acto de respeto al talento local”. El sector agropecuario recibió el anuncio con moderado optimismo: entidades como la Sociedad Rural y la Bolsa de Comercio valoraron la apertura de mercados, pero pidieron analizar el texto final para medir el impacto real sobre la producción nacional.
Además, Argentina asumió compromisos ambientales vinculados a la lucha contra la deforestación ilegal y a la eficiencia en el uso de recursos. Otro punto que generó interrogantes es la declaración conjunta de trabajar para estabilizar el comercio mundial de soja, un aspecto que podría influir en precios, flujos comerciales y regulaciones futuras.
En conjunto, el entendimiento abre oportunidades pero también expone desafíos, y el sector aguarda los detalles definitivos para determinar si el balance resulta favorable o no para la economía argentina.
