La macro en la micro en el informe mensual Zorraquín-Meneses
Hoy la macro manda y condiciona las expectativas. Arriba de todo se ubican la suba del dólar y el costo del dinero (tasas), acompañados por el riesgo país.
El “ataque” del mercado al techo de la banda de flotación es resistido por el gobierno vendiendo reservas, mostrando la desconfianza de los que tienen pesos. La duda es que, si el BCRA se gasta las reservas en sostener el valor del dólar, ¿cómo hará para pagar los vencimientos futuros de los bonos dolarizados? Eso explica el riesgo país en 1500 puntos.
El ministro Caputo mandó algunos mensajes, entre los cuales se destaca el “comprá, campeón”, referido al dólar y prometiendo que venderá lo que haya que vender para dar batalla. También avisa que el plan no se toca.
Otro mensaje se refleja en los principios que son la base del presupuesto 2026 que se presentó en el Congreso:
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Crecimiento del PBI del 5%,
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Inflación anual del 10,1%,
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Superávit primario de 1,4%,
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Valor del dólar de $1423,
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Exportaciones creciendo el 9%,
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Importaciones creciendo el 12%.
Mirando la foto actual, parece demasiado optimista y algo irreal. Mirando lo logrado en el primer año y medio por el gobierno (motosierra, ajustes), nadie imaginó que eso fuera posible tampoco, pero mucho se logró a pesar de todo. Lo que sí parece, por el momento, es que nadie está tomando decisiones utilizando esos criterios como principios rectores. Es todo un gran río revuelto.
La consecuencia es que a nivel micro se postergan decisiones de inversión, se prioriza lo financiero, se atrasan los pagos tensando las cadenas y se evita en lo posible tomar créditos a tasas carísimas. Esto deriva en menor actividad, menor poder de compra de salarios y falta de creación de empleo. Por ahora no vemos intención de ajustes en la tecnología a aplicar en las principales actividades agropecuarias ni incumplimiento en pagos de arrendamientos comprometidos.
Como nos dijo un gerente de un banco privado: “si vemos que una empresa descuenta un cheque al 70%, se nos prenden las alarmas”. En estas coyunturas todos somos sospechosos. Sospecha que se ha visto corporizada en que varias empresas, conocidas o no tanto, están con atrasos acordados en los pagos. No se observa demasiado de esto a nivel de los productores o dueños de campo, pero sí en otros eslabones de la cadena de valor.
En muchas zonas agrícolas esperan con ansiedad que se pueda concretar una buena cosecha fina y gruesa para dar ánimo y caja para el año que viene. El mensaje instalado de que “ahora lo que importa es la eficiencia” sigue siendo cierto, pero cuando vuelve el canto de sirenas de que altas tasas financieras para invertir pesos, o bien una devaluación, pueden aportar renta por ese lado, también se busca generar diferencia por ahí. Hay mucha experiencia aprovechando momentos como este.
El tipo de cambio alto en general favorece al agro, pero la incertidumbre cambiaria permanente juega en contra y tiende a demorar o condicionar decisiones.
El partido se está jugando. Como dijo el economista Rudi Dornbusch: «en economía, las cosas tardan más en pasar de lo que pensabas, y después ocurren más deprisa de lo que creías».
Mucho para ver todavía.
