Luis Macario, presidente de la Unión Industrial de Córdoba (UIC), ofreció un diagnóstico integral sobre el presente y futuro de la industria en la provincia, en el contexto de las nuevas medidas económicas impulsadas por el Gobierno Nacional.

Una industria heterogénea en proceso de adaptación

Macario destacó que hablar de "la industria" en términos generales es complejo, especialmente en Córdoba, donde la diversidad de rubros y realidades es muy marcada. Sin embargo, señaló que en el plano macroeconómico hay señales positivas.

“Se están acomodando las cosas (…) podemos mencionar el equilibrio fiscal, la normalización de la deuda comercial, la reducción de la inflación y la baja del riesgo país”.

Estas variables, según el dirigente, son condiciones necesarias, aunque no suficientes, para lograr una reactivación sostenida del sector productivo.

Del ajuste macro a la recuperación productiva

El titular de la UIC subrayó que, una vez corregidos los desequilibrios macroeconómicos, el verdadero desafío pasa por recuperar la actividad industrial. Esto implica esfuerzos tanto a nivel interno de las empresas como desde el Estado.

“La inflación ya no va a tapar todas las ineficiencias como venía sucediendo tiempo atrás”, sostuvo, remarcando que ahora los empresarios deben mejorar su competitividad interna y trabajar en la reducción de costos.

Paralelamente, pidió al gobierno avanzar en una agenda externa que facilite condiciones: reforma impositiva, mejora del acceso al crédito, y seguridad jurídica.

Sectores con desempeño dispar

Al analizar el nivel de actividad, Macario reconoció que algunos sectores muestran señales positivas mientras que otros aún enfrentan dificultades.

Entre los más dinámicos se encuentran:

• Automotriz, con nuevos lanzamientos como el de Renault y Landis, a pesar del retiro de Nissan.

• Energía y minería, favorecidos por políticas como el RIGI.

• Economía del conocimiento, que se mantiene activa en Córdoba.

En contraste, atraviesan mayores complicaciones sectores como:

• Plásticos, por caída de demanda.

• Minería local, afectada por la reducción de obra pública.

• Maquinaria agrícola, condicionada por la apertura de importaciones y la incertidumbre del agro.

Crédito e inversión: un desafío estructural

Uno de los puntos más críticos para el desarrollo industrial, según Macario, es el acceso al financiamiento. Argentina presenta una de las tasas más bajas de crédito privado en la región.

“En Argentina el crédito al sector privado representa solo un 8% del PBI, mientras que en Brasil llega al 72% y en Chile al 110%”.

Este desbalance tiene su origen en un sistema financiero que durante años estuvo enfocado en financiar al Estado. Ahora, advierte, los bancos deben comenzar a dirigir recursos hacia el sector productivo.

Confianza, el gran motor ausente

Para Macario, la inversión requiere previsibilidad y continuidad, algo que Argentina no ha podido garantizar en las últimas décadas.

“Uno de los factores para que la economía funcione bien es que exista confianza (…) Hemos cambiado tantas veces las reglas que la gente guarda los dólares debajo del colchón”.

El líder industrial insistió en la necesidad de establecer políticas de Estado duraderas, con consensos entre Nación y provincias, que reduzcan la discrecionalidad y la imprevisibilidad.

Simplificación tributaria y lucha contra la informalidad

Respecto al sistema impositivo, Macario fue contundente: la estructura actual es insostenible. Con más de 150 impuestos, muchos empresarios formales cargan con el peso de financiar un Estado que, además, no logra incluir a los sectores informales.

“Si hubiera una masa contributiva mucho más amplia, probablemente se podría reducir la carga fiscal”, argumentó.

La alta informalidad, incluso en zonas productivas como Marcos Juárez, donde el 50% de los trabajadores están en negro, agrava la situación. “Es necesario un régimen de mayor simplificación y equidad”, sostuvo.

Política y consenso: la base para avanzar

Finalmente, Macario expresó su preocupación por el clima político actual. Cree que la confrontación permanente y los agravios públicos obstaculizan la posibilidad de construir consensos necesarios para reformas profundas.

“Necesitamos un país de consensos (…) para poder hacer las reformas estructurales de fondo que necesita el país para salir adelante”.