Zorraquin Meneses: ”Yo antes era una persona que dudaba, y ahora…ahora no sé”
La suma de presión fiscal alta y costos en alza presentan una ecuación de riesgo. Si el escenario es un tipo de cambio cercano a $1000, y hay vuelta de los derechos de exportación a los niveles anteriores, los negocios agrícolas empiezan a oler a quemado.

Hace un tiempo venimos analizando una paradoja que marca el contexto actual para las empresas del agro. En general escuchamos a muchos empresarios ilusionados con que la macroeconomía empieza a ordenarse.
Con altibajos seguramente, pero, en cierta forma, haciendo algo que era necesario hacer si había alguna aspiración de ser un país algo más normal (entendiendo normalidad como ser similar a países de la región).
¿Y cuál es la paradoja? Que esa satisfacción con el rumbo de la macro no se ve reflejada en los números de las empresas.
Al menos por ahora. La suma de presión fiscal alta y costos en alza presentan una ecuación de riesgo. Si el escenario es un tipo de cambio cercano a $1000, y hay vuelta de los derechos de exportación a los niveles anteriores, los negocios agrícolas empiezan a oler a quemado.
Y los que tienen negocios de carne o leche también pasan por un escenario similar. No hay un pedido de devaluación, pero sí de seguir bajando impuestos y de asumir que un dólar bajo tiene algunos efectos colaterales que disminuyen la competitividad. Si este va a ser el escenario, y todo indica que puede serlo, habrá que hacer ajustes internos (y ya empezamos a verlos).
Discusiones intensas sobre el valor de los arrendamientos, modificaciones en los esquemas de rotación, ajuste de gastos donde se pueda, postergar inversiones que no tengan financiamiento crediticio razonable, ajuste en dividendos a pagar a los socios. Como siempre, las decisiones son individuales por empresa y, donde algunos ven un corto plazo pesimista, otros deciden acelerar en la curva.
Lo que seguro no aconsejamos es estar en modo inercial y dejar que pase el tiempo para ver qué pasa. Sin generalizar, observamos que muchas empresas están patrimonialmente sanas y sin problemas de caja de corto plazo, lo que permite tener mejores herramientas para decidir. Las dudas son muchas, y las certezas pocas.
Como a veces se dice con humor… ”Yo antes era una persona que dudaba, y ahora…ahora no sé”. Es complicado dar consejos. Lo que no compartimos es cuando referentes de opinión (consultores, economistas, comunicadores) dan recomendaciones generales a los empresarios, a través de los medios, sobre lo que hay que hacer.
Transmitiendo una certeza que asombra, rozando la soberbia y además con un tono que sugiere que si no hacen lo que ellos recomiendan, los otros son personas que no estudian o no entienden la realidad.
Por ejemplo “hay que vender y pasar todo a pesos”, o bien “no vendan nada porque esto explota y el mejor refugio son los granos”. Todo dicho sin medir las consecuencias particulares de un error de decisión, o de si todos están preparados financiera, profesional y emocionalmente para determinadas acciones.
No está mal hacer recomendaciones, lo que nos parece poco adecuado es generalizarlas y venderlas como una verdad absoluta. Del mismo modo, las declaraciones del presidente Milei y gente de su entorno, agrediendo verbalmente a opositores o periodistas, restan credibilidad y aumentan la grieta.
Es la misma corriente, que sabemos no lleva a buen puerto y pone en riesgo algunos logros conseguidos.