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Córdoba

Fernando Guerra: la pasión por el campo, la ciencia y la vida en movimiento

Una historia entre la agronomía, la docencia y el amor por el campo

25-04-2025
  • Dr. Fernando Guerra - Historia de Vida

Felipe dialogó con el Dr. Fernando Guerra, fitopatólogo, docente, investigador y apasionado del campo. Una charla que recorrió desde sus inicios académicos hasta su presente profesional, pasando por momentos personales, decisiones claves y aprendizajes de vida.

Fernando no solo ha construido una sólida carrera en el mundo agrícola, sino que ha sabido encontrar un equilibrio entre el compromiso profesional y su vida personal, manteniendo intacta la pasión por lo que hace.

Primeros pasos: del Montserrat al laboratorio

Nacido en Córdoba capital, cerca del barrio Alta Córdoba, su historia da un giro cuando, siendo adolescente, se muda con su familia a Colonia Caroya, lugar que marcaría su vínculo más profundo con la ruralidad.

Pese a haberse formado en un colegio humanista como el Montserrat, con un perfil más orientado a las ciencias sociales, Fernando tomó un rumbo distinto: “Mi destino era un poco más ser abogado, pero las cuatro paredes y el escritorio no me llamaban tanto la atención”, recuerda.

Ingresó a la Universidad Católica de Córdoba, y fue ahí donde comenzó a forjar su camino dentro de la agronomía. Su paso por el laboratorio de Fitopatología fue determinante. Allí, no solo descubrió su interés por las enfermedades de los cultivos, sino que también comenzó a entender el valor de la ciencia aplicada al trabajo del campo.

La influencia familiar y el descubrimiento de la vocación

Fernando es segunda generación de fitopatólogos. Su padre fue una figura clave tanto en su orientación como en el ejemplo de dedicación. Aunque al principio no quería seguir sus pasos, el tiempo, la experiencia práctica y el contacto directo con la investigación lo llevaron por un camino que hoy transita con convicción.

“Empecé a encontrarle el gusto a esto sin quererlo en realidad... muy de adolescente no quería hacer lo mismo que mi viejo”.

Durante su formación, no se alejó nunca del entorno académico. Ya en tercer año se desempeñaba como ayudante de cátedra, realizó pasantías en la facultad y también en el Ministerio de Agricultura, y finalmente obtuvo una beca del CONICET para realizar su doctorado.

La investigación como motor de conocimiento

El doctorado de Fernando se centró en un tema específico pero con gran impacto: la roya común del maíz. Su enfoque no fue solo teórico: abordó desde la respuesta de los híbridos hasta la acción de fungicidas y el análisis de poblaciones.

Uno de los hallazgos más significativos de su trabajo fue la confirmación del ciclo completo del patógeno en Argentina, gracias a la identificación de un hospedante alternativo, lo que representó un aporte clave a la epidemiología agrícola del país.

Del laboratorio al campo: el salto al mundo empresarial

Tras varios años de investigación, Fernando sintió la necesidad de un cambio. Dejar la investigación “pura y dura” bajo el sistema académico para conocer un nuevo universo profesional. Así llegó la oportunidad de trabajar en KWS, y posteriormente en GDM, donde encontró un espacio para aplicar sus conocimientos en una escala más amplia y cercana al productor.

“Fue como saltar el mostrador y pasar del lado de los patógenos al lado de los pedantes”.

En la actualidad, participa activamente en proyectos dentro de SUPRA SEMILLAS, combinando ciencia, desarrollo y acompañamiento al productor.

Pasión, constancia y conexión con el campo

Fernando destaca que lo que más lo motiva de su profesión es el ambiente que la rodea: el campo como forma de vida, el compromiso de quienes trabajan en él, y el sentido práctico de cada decisión. A pesar de las dificultades que implica trabajar en un país con constantes desafíos, encuentra en la pasión de la gente una razón para seguir.

“La gente la verdad es que lo hace con mucha pasión... eso fue lo que me contagió desde el principio”.

Consejos a quienes empiezan: equivocarse también forma parte

Dirigiéndose a los estudiantes que recién comienzan, Fernando ofrece una mirada honesta y alentadora. Les recomienda que se den permiso para equivocarse, buscar, dudar y confirmar sus pasiones.

No va a aparecer en el primer año... probablemente aparezca en el quinto o dos años después de que terminan”.

Además, subraya la importancia de la constancia y de rodearse de personas que los impulsen, que “fogoneen” el camino que están intentando recorrer.

Equilibrio entre el trabajo y la vida personal

A pesar del ritmo exigente que implica su trabajo, Fernando ha logrado reconectar con una de sus grandes pasiones: el básquet, deporte que practica junto a sus hermanos. Reconoce que no siempre es fácil, pero aprendió a organizarse y a ser genuino con lo que puede o no hacer.

“Hay días que se puede hacer, y hay días que no se puede hacer, y está bien”.

La familia, siempre presente

Su familia ocupa un lugar central en su vida. Aunque no poseen campo propio, siempre han estado profundamente ligados al mundo rural gracias al recorrido de su padre. Junto a sus hermanos y sus padres, mantienen una relación cercana y natural, donde el trabajo, el deporte y los afectos se entrelazan.

La historia de Fernando Guerra es una muestra de cómo la vocación puede encontrarse en el camino, de cómo se puede combinar ciencia con sensibilidad humana, y de que trabajar con pasión en el campo es también una forma de construir país.

En un mundo donde las certezas escasean, su historia invita a buscar con constancia, rodearse bien y ser genuinos con uno mismo.

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