Miazzo explicó que la economía ya venía arrastrando desequilibrios en el mercado de divisas antes del último sacudón electoral. Entre ellos, mencionó el atraso cambiario acumulado a comienzos de año, la creciente demanda de dólares para importaciones y turismo, y la flexibilización del cepo para atesoramiento.
En ese marco, el economista sostuvo que en las próximas semanas se mantendrá la tensión sobre la moneda:
“Va a persistir la volatilidad y la presión cambiaria de acá a las elecciones, junto con una tasa de interés más bien alta.”
El resultado electoral, según Miazzo, será determinante para el rumbo del dólar. En un escenario favorable para el oficialismo, la divisa podría estabilizarse alrededor de los 1.500 pesos, con una baja de tasas hacia niveles más sostenibles. En cambio, si el Gobierno no logra respaldo político, el mercado exigiría un valor más elevado, cercano a 1.650 pesos.
“En el escenario 1, que le va bien al Gobierno, el tipo de cambio podría ubicarse en torno a 1.500 pesos. Si le va mal, el dólar requerido probablemente esté más arriba, unos 1.650 pesos.”
Para el economista, el mercado empieza a inclinarse hacia el escenario más adverso, lo que refleja el nivel de incertidumbre que rodea al proceso electoral.
El impacto de un dólar más alto en la agricultura es, para Miazzo, ambiguo. Por un lado, los productores tienen sus ingresos dolarizados, pero también gran parte de sus costos (fertilizantes, semillas, fitosanitarios). Sin embargo, una devaluación puede aliviar los costos medidos en dólares de fletes, contratistas y labores agrícolas, que en los últimos años se habían encarecido.
En ese sentido, subrayó que el efecto positivo dependerá de que la suba del tipo de cambio no se traslade de inmediato a los precios internos.
El analista también puso en perspectiva el comportamiento de la divisa a nivel internacional. Explicó que la depreciación global del dólar, producto de factores de política estadounidense, ayuda a mejorar la competitividad cambiaria de la Argentina.
Según detalló, el tipo de cambio real multilateral —un indicador que considera inflación y monedas de los socios comerciales— mejoró un 25% en lo que va del año, lo que otorga cierto margen para equilibrar la oferta y demanda de divisas.
Otro de los puntos destacados por Miazzo fue la desaceleración de la inflación, que en agosto se ubicó en 1,9% y marcó un interanual del 33,6%, muy por debajo del 240% registrado un año atrás.
“Hoy hablamos de un 33% de inflación anual. Eso permite tener la esperanza de que esta suba del tipo de cambio no se convierta automáticamente en más inflación.”
Miazzo, que recorre habitualmente las provincias para dialogar con productores agropecuarios, destacó la importancia de ese contacto directo para comprender cómo impactan las variables macroeconómicas en los distintos eslabones del sector.
“Siempre es importante estar cara a cara para entender cómo se está moviendo cada parte del ecosistema agropecuario e industrial.”
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