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Desde las bases rurales hasta las redes sociales, crecen el malestar y las advertencias sobre un julio difícil para la economía agroexportadora.

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El campo argentino vuelve a enfrentar una cuenta regresiva que lo incomoda. El próximo 30 de junio finalizará el esquema de reducción temporaria de los derechos de exportación (DEX) que el Gobierno nacional había anunciado con bombos y platillos en enero, y las alícuotas volverán a los niveles previos.

A solo seis jornadas hábiles del regreso a los aranceles más altos, productores y entidades rurales sienten que la ilusión de un verdadero cambio quedó en el camino.

En enero, el Gobierno nacional presentó una medida transitoria: recortar las retenciones por cinco meses a los principales cultivos y derivados. La medida fue celebrada por el sector agropecuario, no solo por el alivio económico inmediato, sino por la expectativa que generó: se pensaba que ese podía ser el primer paso para avanzar hacia una eliminación total del tributo.

Sin embargo, la esperanza comenzó a apagarse cuando el presidente Javier Milei, fiel a su estilo, insistió en que se respetaría el plazo previsto.

La confirmación de que las retenciones volverán a subir cayó como un balde de agua fría en el interior productivo. Las voces críticas no tardaron en aparecer. Desde el noroeste argentino, diversas rurales emitieron un comunicado titulado con dureza: “De cambio de época a déjà vu confiscatorio”.

En Córdoba, la presidenta de Coninagro local, Vanesa Padullés, fue aún más directa: “Me aturde el silencio de quienes deberían estar haciendo mucho ruido por la llegada del 30 de junio y el aumento otra vez de las retenciones”, posteó en X.

Por su parte, el exdirigente rural Néstor Roulet apuntó: “En Europa se subsidia al productor para que se quede en el campo. En Argentina le cobramos sobre el ingreso bruto. Igual seguimos luchando”.

La urgencia también se siente en las terminales portuarias. La liquidación de divisas se aceleró en las últimas semanas para aprovechar los días que quedan de menor carga impositiva. El consultor Salvador Di Stéfano advirtió que, con la vuelta a las alícuotas anteriores, el impacto será inmediato: “En julio tendremos pocas ventas, y precios deprimidos”, anticipó.

Las nuevas alícuotas, que volverán a aplicarse desde el 1° de julio, son:

<ul data-end="2917" data-start="2768">
	<li data-end="2800" data-start="2768">
	Soja: del 26% actual al 33%.
	</li>
	<li data-end="2833" data-start="2801">
	Maíz y sorgo: de 9,5% a 12%.
	</li>
	<li data-end="2860" data-start="2834">
	Girasol: de 5,5% a 7%.
	</li>
	<li data-end="2917" data-start="2861">
	Trigo y cebada mantendrán el 9,5% hasta marzo de 2026.
	</li>
</ul>

Este aumento implica una pérdida directa en la capacidad de pago de la industria y los exportadores. Así lo alertó la Bolsa de Comercio de Rosario: “Sin expectativas de mejoras en los precios internacionales y con el regreso de mayores retenciones, se reducirá notablemente el precio que recibe el productor”.

<h3 data-end="3562" data-start="3232">¿Cuánto ingresó por retenciones en mayo?</h3>

Según el economista David Miazzo, la recaudación por DEX en mayo alcanzó los 605 millones de dólares, equivalente al 11% del total de ingresos tributarios. Aunque representa una leve caída respecto al mes anterior, el dato muestra que el tributo sigue siendo clave para el fisco.

En los primeros cinco meses de 2025, el Estado recaudó US$ 2.780 millones por retenciones, un 2,8% más que en el mismo período del año anterior. A pesar de los reclamos, los derechos de exportación continúan siendo una fuente sustancial de ingresos para la Nación.

La desilusión rural crece al ritmo de una política tributaria que parece inamovible. El regreso de las retenciones previas al 30 de junio no solo implica un retroceso en los ingresos del productor, sino también un golpe simbólico: se confirma que, al menos por ahora, el tan esperado cambio de reglas de juego para el agro no llegará. Y lo que parecía un nuevo comienzo, se transforma en una historia repetida.
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